UNA BUENA EDUCACIÓN
Es obvio que también hay que educar para alimentarse mejor. Entre la familia y los comedores escolares se reparten la responsabilidad de formar a los más pequeños en materia alimentaria. La Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (AEDN) indica que los niños empiezan a asimilar y a mimetizar las selecciones de alimentos de sus cuidadores de manera muy temprana, incluso antes de ser capaces de apreciar las implicaciones de dichas selecciones. Esto es particularmente relevante si se tiene en cuenta que en la etapa infantil se incorporan la mayoría de los hábitos y prácticas alimentarias de la comunidad. Así, tanto las preferencias como aversiones hacia determinados alimentos beben de un escenario familiar grabado en los genes y en la memoria del cual los estudiantes no pueden escapar. Pese a que existe una predisposición genética por parte de los niños pequeños hacia los alimentos ricos en energía, dicha tendencia se modifica en base a la experiencia, sobre la cual influye notablemente el rol que desempeñan los cuidadores, sus padres en la mayoría de los casos. AEDN insiste en que es necesario que sean los adultos los que ejerzan un papel importante en el desarrollo de las preferencias alimentarias.
Pero no sólo el ambiente familiar tiene unos efectos sobre la educación nutricional. La postura más observada por los nutricionistas de AEDN es cómo los estudiantes combinan una amplia oferta alimentaria, no siempre adecuada desde el punto de vista nutricional, con una actitud hacia los alimentos propia de otras épocas -más valor para alimentos antiguamente poco presentes en la mesa, como la carne, y una insistencia en comer cantidades de alimentos superiores a la sensación de apetito-. A estas características es preciso añadir los efectos que sobre la alimentación tienen los cambios que experimenta nuestra sociedad: poco tiempo para preparar conjuntamente la comida, para compartir las comidas en familia; mucha oferta de ocio pasivo, televisión, ordenador, consolas, etc.
Para la Asociación Española de Dietistas y Nutricionistas, el comedor escolar también está cada día más presente en la sociedad, y cree que se debe hacer hincapié en procurar que los niños que comen en el colegio tengan la oportunidad de conocer la alimentación equilibrada y de enfrentar el menú sano escolar con otros. AEDN hace referencia a diferentes estudios que demuestran que los menús escolares han cambiando sustancialmente en la última década, y en gran medida se debe a la incorporación de dietistas y nutricionistas en su configuración, tanto en los colegios como en las industrias de catering. “Todavía queda mucho por hacer, pero estamos en el buen camino. Nunca la comida del colegio sabrá como la de casa, pero en el colegio el menú está diseñado de acuerdo a unas pautas nutricionales específicas para el estudiante, si esto inspira al resto de la dieta del joven se convertirá en una aliada”, afirman.
Por último, Carreño recomienda combinaciones alimenticias en las que se tenga por objetivo reducir los tóxicos. Por otra parte, sustituir aquellos cereales refinados (pastas, arroces, pan, etc) por cereales integrales o el trigo sarraceno. “Es importante empezar a meter súper nutrientes, comidas muy frescas. Por ejemplo tener verdura lista para comer, lavada y fresquita, cuesta muy poco. Cruda o lo menos cocinada posible, lo que la gente pueda tolerar”. También aconseja recibir con los brazos abiertos los beneficios del pescado azul o rechazar de plano los aceites de calidad inferior a la “súper virgen extra”. Por último aboga por la abstinencia de la carne, pero tranquilos, sólo la destinada a la alimentación. Las bajas pasiones tienen vía libre entre examen y examen.
FUENTE: Reportaje de Aprendemás.